30.4.09

Miedo de:


morir
morir sola
morir sola esperando
morir sola esperando a (o sea que ya lo sé)
morir sola esperando a y (y encima sé que)
morir sola esperando a y buscando
morir sola esperando a y buscando saber
morir sola esperando a y buscando saber te

y no saber que de estúpida llegaste antes que yo.

22.4.09

Sólo para entendidasos.

21.4.09

Tenés fuego?

No, porque es pointless y arrogante. No te puedo pedir nada porque no tengo derecho, y quién soy yo además, y cómo voy a pedirte que dejes tus vicios si yo misma los represento. Aba. Por lo menos no fumás, creo que es bueno eso.
(...)

to be continued...

19.4.09

Blanco puro, se movían, enfundadas en medias púrpuras, una, después la otra, con la lycra pegada al sudor propio de la especie. Una, la otra. Hacía tiempo había olvidado su alma en alguno de sus profundos y recurrentes desvaríos, y ahora actuaba como una autómata, un paso y el otro, apoyando columnas de marfil con el simple objetivo de no caer, tal vez (sólo tal vez) en un sentido más literal que figurado. Sus piernas se movían sin dirección, levemente incitadas por las brisas de un tardío otoño. Jugaba con agua sin entender, pero no le importaba. Ya no se preguntaba como antaño por las desesperadas maneras en que el agua se le iba por entre los dedos, simplmente la dejaba irse sin importarle si era su corazón que, horrorizado por la frialdad, se escurría también.
Ya nada la afectaba, sus ojos no tenían fondo ni principio, había perdido el ritmo de su andar. Miraba frunciendo un leve gesto que algún alma desconocedora de su naturaleza pudiera interpretar como asco. Miraba la fragilidad de todo, como un finísimo cristal, el equilibrio sujeto a miles, millones, infinitos factores que se mantenían en un balance exacto, siempre al borde del abismo. ¿En qué difería la raza humana y sus rascacielos, su superioridad de plástico y sus creaciones enfermizas de una temblorosa copa de cristal? Grandes, JA, GRANDES OBRAS de la humanidad, la bombita eléctrica y la bomba atómica. La muchacha de ojos huecos intentó una sonrisa. Esbozó una mueca un poco macabra y siguió caminando. Aquella pregunta quedó como un eco en su mente, cada vez más fugaz hasta que desapareció por completo. Idiota, un instante de calor bien adentro, una pasión salida de algún rincón recóndito del recuerdo. Pasión por seres que pasaban como un murmullo adelante de sus ojos sin verse entre ellos ni a ellos mismos. La mueca desapareció. Largó sin querer una risita insulsa, siendo perfectamente conciente de que no significaba nada, y siguió caminando, sin importarle estar exenta de su propia humanidad.